Una digna despedida para Pancho

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Por Sergio Morales

Para llegar hasta la cima del cerro blanco hay que dar 425 pasos siguiendo la vereda rayada.  Cuando esté terminando de dar el paso 307 y empezando con el paso 308 pasará  por entre mis piernas ese abejorro negro con la cola naranja que lleva arrastrando como presa una tarántula color café. El abejorro no se asustará ni tampoco soltará a su presa pues hemos pasado por esto antes Pancho y yo así que ya nos conocemos y no nos asustamos.  Las primeras veces Pancho se detenía y le ladraba al abejorro por 30 segundos pero no lo hacía enojada, era como si fuera su peculiar forma de darle los buenos días. Hoy Pancho no puede saludar al abejorro pero de todas maneras parece como si él nos saludara con los ojos. Las gotas de sudor están resbalando por mi espalda y metiéndose por entre los pequeños espacios de mi pantalón. Estoy más cansado de lo habitual pues Pancho pesa como 50 kilos pero nada impedirá que cumpla la promesa que le hice a mi pequeña.  Ella fue la que le puso Pancho a nuestra perra tratamos de explicarle por todos los medios que era niña y no niño pero se amachó así que le dejamos ese nombre. Las nubes se mueven hacia el este con gran rapidez y me castigan quitándose para que pasen los rayos del sol directo a mi cabeza. Ese cardenal que va ahí parece estarme siguiendo a mí, a Pancho o a los dos pues todos nos conocemos por aquí. Este es el paso 345 y este el 346 no recuerdo exactamente cuando comencé a contar los pasos pero creo que fue hace dos años cuando mi amigo Leo venía a caminar junto conmigo y Pancho. El buen Leo siempre tenía algo que decir sin importar de lo que estuviéramos hablando.  Yo le dije claramente que tenía un tipo de descoordinación de contenido cultural en su cabeza porque era muy poca la sabiduría que salía de su boca comparada con la promesa de su pose de filósofo griego. Para lo que si era muy bueno el buen Leo, y Pancho lo recordaría muy bien si pudiera, era para ajustar y conectar  todo tipo de conversaciones  a lo que él quería decir. Parece algo muy simple pero no lo es.  Me imagino que Leo programaba en su cerebro su próxima respuesta antes de que le hicieran la pregunta el problema es que a veces le preguntaban por cosas totalmente antagónicas a lo que había preparado como respuesta pero el tipo era tan hábil que se las ingeniaba para que todo tuviera sentido. Como cuando vio en televisión aquel programa de National Geographic.

-¿A qué horas cierran la heladería? – le preguntaron.

-Seguramente a las ocho de la noche lo que me parece una extraña  y fascinante coincidencia pues  los Chapulines de la Patagonia salen a las ocho de la noche a poner sus huevecillos bajo las raíces de los arbustos porque esa es la hora en la que sus depredadores descansan- dijo Leo.

Sabrá dios si para empezar habrá chapulines en la Patagonia y si los hay quien sabe si salgan a las ocho de la noche como decía el buen Leo a final de cuentas a Pancho y a mí nunca nos importaron la veracidad de sus palabras.

Ya llegamos al paso 402 mi querido Pancho, tu sabes que desde aquí ya puede verse nuestra casa a lo lejos. Mira allá por la carretera va El ingeniero David en su camioneta ¿te acuerdas de él mi buen Pancho? Nunca le preguntamos qué tipo de Ingeniero era pero pues se casó con la hija del dueño de casi todas las tortillerías de la región ¿ya para que preocuparse? De todas maneras él siempre estuvo de terco con que no le quitáramos el título de Ingeniero.

-No cualquiera es ingeniero- decía David- cuando estudias en la universidad los exámenes son como combates de guerra que vas sorteando hasta que llegar a la conclusión  de tu carrera que es como volver a casa después de la batalla –afirmaba- por eso yo a todos les digo que me digan Ingeniero porque mi chinga me costó- decía.

La primera vez que escuché a David diciendo toda esa basura pensé que era la muestra más barata de un falso y ridículo triunfalismo pero cuando vi que lo decía en serio fue entonces cuando me cayó el veinte mi querido Pancho, el tipo debió haber estado muy ocupado sorteando las balas por lo que no le dio tiempo de aprender muchas cosas empezando por  escribir y eso explica las terribles faltas de ortografía que constantemente tiene.

Hay que tener cuidado mi buen Pancho porque del paso 415 al 416 hay que dar un pequeño brinco y contigo en mis brazos será un poco más difícil tendré que detenerme un poco para tener fuerzas para el impulso. Esa liebre no nos quita la vista de encima pero ahorita que brinquemos se irá corriendo. Ellas no son tan valientes como los abejorros pero pues eso tú ya lo sabes. Hay bastante ruda por aquí mi buen Pancho dicen que es buena para espantar a los zancudos aunque se me hace que esta no lo es tanto porque ya traigo dos piquetes en el chamorro y tengo bastante comezón pero no te preocupes cuando lleguemos me rasco al fin y al cabo ya falta poco.

Este es el paso 422, 423, 424 y por fin llegamos mi buen Pancho. Aquí estarás muy bien y podré venir a verte todos los días como tú y yo lo hacíamos. No quiero ponerme triste así que no tardaré mucho en hacerte tu nueva casa. No puedo ponerte una cruz porque los policías vendrían a multarme pero tú sabes que vendré a verte siempre y de vez en cuando traeré a mi pequeña para que no se olvide de ti.

bigsergio04mex@hotmail.com

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