Destitución de Donald Trump: la suerte (no) está echada

Por Hernán Gálvez

Que los alarmistas demócratas de siempre adelanten los fuegos artificiales de fin de año y celebren una victoria pírrica, es comprensible. Pero, ¿la prensa prestándose para ese juego? Casi todos los medios de comunicación dieron a entender con titulares ambiguos que el presidente iba a ser destituido. Esto no sólo afecta a la profesión, sino al proceso de destitución en sí. Es, en la práctica, una mentira. Atacamos –y con razón- cuando Fox usa sus medios disfrazados de periodismo para presentarnos una realidad republicana alternativa. Pero, ¿acaso desinformar no es igual de grave? ¿O sí es correcto cuando lo hacen los anti-Trump?

El presidente no ha sido destituido y probablemente tampoco lo sea –contra mi propio deseo, dejo en claro. Se aprobaron dos elementos de la acusación en una cámara dominada por demócratas –la Casa de Representantes. Falta que sea ratificada por el Senado. Y el Senado, amiguitos, tiene 100 personas. De ellos, compañeros, 53 son republicanos y 2 independientes. ¿Cuántos votos se necesitan para bajarse al rubio?: 67. ¿Ya? Aun así: supongamos que los anunakis iluminan a una veintena de republicanos y al final la acusación es ratificada en segunda instancia. Eso aún no había ocurrido, pero la noticia fue soltada como un “triunfo”, ridículamente celebrado, incluso.

Muchos subestiman el poder de la prensa. Tengo opiniones encontradas al respecto, y obviamente me es imposible ser imparcial. Por un lado sigo pensando que un medio no pone o depone presidentes, pero sí puede crear corrientes a favor o en contra –miente, miente, que algo queda, decían Lenin y Goebbels. No digo que la mentira haya sido deliberada, pero dramatizar una noticia es tan efectista como irresponsable. Justo acabo de terminar Tiempos Recios, de Vargas Llosa –qué coincidencia, el Nobel tuvo, cuando quiso ser presidente, a toda la prensa a favor, pero igual perdió contra un entonces desconocido Fujimori- donde noveliza la monstruosa campaña propagandística orquestada desde los Estados Unidos en contra de Arbens en Guatemala, acusado de comunista para beneficiar a la United Fruit. En ese caso el papel de los medios no fue sólo irresponsable –Arbens de comunista no tenía nada- sino hasta negligente. Muchos guatemaltecos murieron en penosas dictaduras y golpes de estado que le sucedieron.

Y la corriente que irresponsablemente se está generando puede ser contraproducente: Trump es experto en victimizarse. Y maneja muy bien la exposición en los medios -¡hasta tuvo su propio programa de televisión! Sus excesos verbales ya no tienen la misma repercusión porque, no sé si por mera suerte o estrategia, ha dicho ya tantas barbaridades que la gente, mediáticamente, le perdona todo. Así que, en contraparte, cuando lo escuchen quejarse una vez que todo haya terminado, la telenovela que armará puede beneficiarlo en las encuestas: pobrecito yo, fui injustamente acusado, ahora voten por mí.

Y ojo: no digo que la conversación con el líder turco no tenga elementos para una investigación. Sólo que en política las batallas deben ser libradas en relación al objetivo. Si estamos en campaña electoral, los demócratas debieron pensar mejor si les convenía presionar tanto para provocar un impeachment. Antecedentes, hay: ¿acaso pasó algo luego de publicarse esos audios escandalosos donde Trump hablaba pestes de las mujeres? No, ¡hasta salió presidente! Los demócratas sabían que el Senado está controlado por republicanos, pero creo que sobreestimaron la supuesta mala publicidad que todo el proceso podría causar sobre Trump. Pues no. Todo hace indicar que a la opinión pública mucho no le importa.

El juicio empezará a mediados de enero, y por ahora la pelea está en la admisión de documentación y citación obligatoria de testigos. Los demócratas, previsiblemente, insistirán en lo último rogando que el desfile de anti- trumpistas tendrá más peso mediático y así la candidatura se vea afectada. El presidente, fiel a su estilo, insiste que de darse el caso, tiene también entonces el derecho de encarar a su acusador –lo cual sabe de antemano que es anticonstitucional, pero igual lo suelta astutamente para crear la ilusión de injusticia. El ajedrez recién comienza, a mi parecer con una victoria pírrica demócrata pero con un dejo de que el que ríe al último, ríe mejor. Y al presidente lo veo muy, pero muy sonriente. Tendremos un año por lo menos interesante.

 

 

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