Cuatro Oscar para la cinta del méxicano, gran ganadora de la noche.
Se veía venir. En un año de poca diversidad en el que solo unas pocas películas concentraron las nominaciones a los Oscar, estaba claro que Hollywood apostaba en este 2015 por repartir las estatuillas. Los Oscar 2015 se parecieron mucho al sorteo de Navidad: lleno de pedreas. Birdman se llevó el premio gordo, el que la reconoce como mejor película del año, pero la mayoría de sus rivales no se fueron de vacío en una de las galas, sobre todo en su recta final más imprevisibles del último lustro. Obviamente la foto de portada se la lleva un mexicano: Alejandro G. Iñárritu, que ha llevado “una idea loca” a lo más alto de Hollywood. Y es que Iñárritu ha vuelto a poner a México al mando en Hollywood. Tras el triunfo en 2014 de Alfonso Cuarón (Gravity), su compatriota no solo ha repetido gesta, sino que la ha superado. Cuatro Oscar se ha llevado esta historia rodada por completo en falso plano secuencia, contando además con un reparto de órdago. Iñárritu ha dejado su sello llevándose tres estatuillas a casa: producción, dirección y guión.
Pocos se han ido de una gala de los Oscar con tanto en los bolsillos. “Llevo los mismos calzoncillos que (Michael) Keaton: aprietan y duelen”, dijo el méxicano en uno de sus discursos, mientras que en el último y definitivo dio las gracias a todos “por creer en esta locura, es un milagro”. No le faltó reinvindicación. Birdman solo tuvo un caramelo amargo: la gran interpretación de Michael Keaton se quedó sin premio. Solo el joven Eddie Redmayne le podía robar la cartera y así lo hizo por su trabajo en La teoría del todo. Un papel de esos que cambian la vida de un actor y que gustan, y mucho (quizá demasiado) a la Academia de Hollywood. Fenomenal el británico metiéndose en la piel del físico Stephen Hawking. Incrédulo por lo que estaba viviendo, suyas fueron las mayores lágrimas que se pasearon por el escenario del teatro Dolby de Los Ángeles: “Soy consciente de que ahora soy una persona con mucha, mucha suerte. Os prometo que este premio lo cuidaré bien A la quinta fue la vencida para Julianne Moore, que se llevó el Oscar a la mejor actriz por Siempre Alice. Una película emotiva hecha por y para dar premios a su protagonista. Objetivo cumplido.
La veterana actriz ha recogido galardones allá donde iba y el Oscar no podía faltar en su casillero. Merecido, no sólo por su papelón como una enferma de alzhémier, sino también por toda su carrera llena de méritos. Ganó el Globo de Oro, el Bafta y otros galardones menores pero de renombre, así que el Oscar al mejor actor de reparto tenía que ser para J.K. Simmons para completar la colección en su estantería. Su espectacular papel en Whiplash, casi protagonista, le ha reportado a este veterano actor de 60 años, casi eterno secundario, un premio que no hace más que reconocer a un intérprete que aporta siempre algo distinto cada vez que aparece en la gran pantalla. Su Oscar, dedicado en especial para su mujer, fue el primero de la noche y para él fue la primera gran ovación. Por cierto, no fue el único reconocimiento para la baza independiente en la gala de este año, que también se llevó los Oscar al mejor sonido y al mejor montaje. Oro para este peliculón.
La sufrida madre interpretada por Patricia Arquette en Boyhood reportó a la cinta de Richard Linklater su primer Oscar de la noche. Otra interpretación que ha recopilado premios y premios en los últimos meses. La mejor actriz de reparto del año tiró de ‘chuleta’ en sus agradecimientos para no olvidarse de nadie y llenó de aplausos la platea (Meryl Streep, de las más efusivas) con su toque reivindicativo en favor de la igualdad: “Se lo dedico a todas las mujeres que han dado a luz y pagan sus impuestos. Ha llegado el momento de tener el mismo salario (que los hombres) y los mismos derechos para las mujeres en Estados Unidos”. ¡Chapó! Neil Patrick Harris Se estrenaba Neil Patrick Harris como maestro de ceremonias en los Oscar y no falló a sus seguidores, aunque tampoco despuntó ni provocó la carcajada como se esperaba. Su gran momento fue ese paseo semidesnudo a lo Birdman que se marcó, en riguroso plano secuencia (como en la película), y que provocó una de las mayores ovaciones de la noche. Tuvo también en el mismo gag su instante Whiplash que endulzó aún más el momento.
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