Crisis, hiperinflación y elevada criminalidad han creado un cóctel explosivo contra el régimen chavista de Nicolás Maduro.
Venezuela lleva nueve días sumida en una oleada de inusitadas protestas en las calles en contra del régimen chavista que preside Nicolás Maduro. Aunque el Gobierno se niega a facilitar datos oficiales, los violentos enfrentamientos han arrojado hasta la fecha un balance de seis muertos y centenares de heridos, así como decenas de detenidos por la Guardia Nacional, entre ellos, el líder opositor Leopoldo López, acusado de instigar un “golpe de Estado”.
Hasta ahora, la estrategia seguida por Maduro consiste en reprimir de forma brutal las protestas, al tiempo que tilda a los manifestantes de “fascistas”. Su objetivo político es claro: identificar el profundo descontento que padece buena parte de la población con una presunta conspiración por parte de EEUU para derrocar a Maduro y la “guerra económica” que, según el Gobierno, lleva desarrollando la oposición en los últimos meses para tratar de desestabilizar el país.
Sin embargo, las causas reales del levantamiento de parte de la población son muy distintas. El cóctel de miseria, crimen y represión explican la revolución antichavista. El pasado 12 de febrero, Día Nacional de la Juventud en Venezuela, miles de estudiantes tomaron las calles de Caracas para protestar por la crisis económica y social y la elevada inseguridad que sufre su país.
Ruina económica
El creciente declive económico que padece Venezuela desde hace años se ha acentuado de forma muy sustancial en los últimos meses, tras la muerte de Hugo Chávez y su sustitución en el poder por Nicolás Maduro. El desabastecimiento y la hiperinflación campan a sus anchas en la otrora rica economía venezolana debido al fuerte intervencionismo público y el rígido control de cambios impuesto por el régimen, tal y como avanzó Libre Mercado.
La desconfianza hacia su moneda es total. Nadie quiere bolívares. Los venezolanos sólo buscan dólares, euros o bien oro. El valor del bolívar no encuentra suelo: el tipo de cambio oficial es de 6,3 bolívares por dólar y de 11,36 para los turistas extranjeros, pero su cambio real en el mercado negro ronda ya los 90 bolívares por dólar.
Aunque, la tasa de inflación oficial se sitúa en el 56% anual, la drástica depreciación de su moneda en los últimos meses apunta a que Venezuela ha caído de lleno en una hiperinflación que cada vez se acelera más, pasando de tasas de 300% a finales de 2013 a niveles de más de 1.000%, según alertan algunos analistas.
El control de precios, bajo pena de expropiación y cárcel, junto al control de cambios están provocando un creciente desabastecimiento de todo tipo de bienes y servicios, desde alimentos y papel higiénico, hasta coches y billetes de avión. En este sentido, Venezuela avanza hacia un caos económico y social similar al de Zimbabue.
Otra prueba evidente de la ruina chavista es la producción de petróleo. Venezuela posee una de las mayores reservas de crudo y gas del mundo, pero la nacionalización de esta industria ha convertido a este país en el único poseedor importante de recursos energéticos cuya producción ha caído en el último cuarto de siglo.
Venezuela es uno de los países con menor libertad económica del mundo. Según el Banco Mundial, ocupa el puesto 181 de un total de 189 países en cuanto a facilidad para hacer negocios.
Violencia y criminalidad
El fuerte deterioro de las condiciones económicas se ha traducido, igualmente, en un aumento muy importante de la criminalidad y la delincuencia, en un país ya de por sí violento e inseguro.
A finales de 2003, el Gobierno de Chávez dejó de publicar estadísticas oficiales sobre esta materia, pero algunas entidades, como el Observatorio Venezolano de la Violencia, han seguido analizando este grave problema. Según su último informe, correspondiente al pasado diciembre, 2013 cerró con un total de 24.763 muertes violentas, frente a los 11.342 homicidios registrados en 2003 y los algo más de 5.000 de finales de los años 90, cuando Chávez llegó a la Presidencia. Esta cifra supone 79 fallecidos por cada 100.000 habitantes.
“Las muertes violentas representan en Venezuela el 12% de la mortalidad general. Esto significa que de cada cien venezolanos y venezolanas que fallecieron en el año 2013, por todas las causas posibles (enfermedades del corazón, cáncer, diabetes, HIV), 12 de ellos murieron por causas violentas distintas a los accidentes o los suicidios”, según el informe.
Y lo grave es que más del 90% de los asesinatos quedan impunes, sin ni siquiera ser investigados por las autoridades policiales, sin contar otro tipo de delitos menores, tales como robos o asaltos.
Censura y represión
Por último, y como muestra de la escasa libertad que disfrutan los venezolanos, primero Chávez y ahora Maduro han ido tomando el control de casi todos los medios de comunicación del país. No por casualidad, Venezuela ocupa el puesto 116 -de un total de 180- en el último ranking mundial de libertad de prensa que elabora Reporteros sin Fronteras.
Tras el estallido de las revueltas, los usuarios de Twitter en Venezuela han denunciado que no se pueden ver imágenes ni tampoco subir fotos en el país debido a la censura del Gobierno, mientras que la ONG Espacio Público advierte de que, en los últimos días, se ha acentuado la represión chavista sobre los medios e Internet para tapar lo que está ocurriendo en Venezuela.
Además, es uno de los países más corruptos del planeta. Ocupa el puesto 160, de un total de 177 países, en el índice de percepción de corrupción que elabora Transparencia Internacional. De los países latinoamericanos, solo Haití está por detrás de Venezuela.
A diferencia de otros venezolanos, los jóvenes han crecido en medio del chavismo. Todo lo que saben sobre el socialismo es lo que significa en la práctica: pobreza, escasez de bienes y represión política. Como señala una de las muchas pancartas que se observan en las protestas, “estos castro-chavistas halan como Marx, gobiernan como Stalin y viven como Rockfeller mientras el pueblo sufre”.
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