¿Qué?… todos tenemos derecho

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columnaimagenPor Sergio Morales

Los mexicanos somos muy creativos. A lo largo de la historia tenemos un prestigio basado en nuestro ingenio porque siempre hemos sabido hacer mucho con muy poco y aunque sea poco lo que hagamos la mayoría de las veces lo hacemos muy bien. Somos ingeniosos por naturaleza. Nos encanta buscarle miles de lados a las cosas y darle diferentes matices a todo lo que encontramos. Si un mexicano tiene únicamente dos corcholatas como pertenencia seguramente sabrá qué hacer con ellas tal vez pintarlas, cortarlas y darles alguna forma para después venderlas y seguir mejorando su calidad de vida en base a su trabajo. Así es nuestra naturaleza. Somos inventiva pura.

Pero entonces… ¿Quién demonios inventó a los copiones?

No sé si es una epidemia caray pero estos tipos crecen más rápido que la mala hierba en Mayo. No puede haber negocio que más o menos tenga éxito porque  en menos de una semana ya tendrá  un copión vendiendo exactamente  lo mismo enfrente, enseguida o al menos muy cerquitas del negocio original.

Los copiones no son completamente humanos, tienen dos carencias principales en su organismo:

No.1 No tienen vergüenza y No.2 No tienen cerebro para inventar nada

No.1 No tienen vergüenza

A estos tipos  les importa un comino joderse a quien sea y por eso se escudan en el “¿Qué? Todos tenemos derecho”  o en el “la calle es de todos” para según ellos hacer competencia y todavía se atreven a decir “leal” una persona que no tiene vergüenza no puede ser leal porque ni siquiera sabe lo que significa la lealtad.

Para todos ellos voy a tratar de explicárselos con manzanas:

Tenemos una gran cantidad de taqueros en todas nuestras ciudades y eso está muy bien, todos tenemos el derecho de tratar de vender nuestro producto pero supongamos que de entre todos los taqueros (algunos con más de veinte años de experiencia) a uno solo se le ocurre por ejemplo hacer tacos de piña con aguacate y les llama los “piñacates” por decir algún nombre pero resulta que los piñacates son un hit y de pronto el local del inventor de los piñacates vende más piñacates que todos los taqueros juntos.

Una competencia leal sería tratar de crear un taco con identidad propia para que compita contra los famosos Piñacates. OJO, dije “IDENTIDAD PROPIA” luego sale cada pasado de lanza que asegura que su taco es diferente solo porque tiene dos cebollas en lugar de una. Se cocina igual, se prepara igual y se acompaña igual solo con una cebolla más y el idiota este asegura que es otro taco distinto. Hay miles de ingredientes que se pueden combinar no hay límites para la buena cocina solo hay que esforzarse un poco más.

 

No.2 Cero inventiva

Una competencia desleal sería lo que ocurre la mayor parte del tiempo con el resto de los taqueros.  Sin siquiera voltear a ver las infinitas posibilidades de sabores en los tacos hacen lo más mediocre y fácil del mundo COPIAR. No hay creatividad, no hay ningún mérito, no hay ningún esfuerzo, no hay nada loable en su acción solo se limitan a imitar lo que el único creativo del pueblo hizo. Esa es una competencia desleal y como les digo no hay nada de mérito en eso. Para los señores a los que les encanta hablar y decir que “empezaron desde abajo y bla, bla, bla” ¡NO! Lamento ser yo quien se los diga pero no han hecho nada de valor en sus vidas solo COPIARON lo que un buen hombre hizo y de paso le bajaron a sus clientes.

En cualquier comercio es exactamente lo mismo.  Mi tío Aldo ha tenido tiendas de novedades y regalos desde que tengo uso de razón y no es por nada pero el hombre trata de siempre estar a la vanguardia con los productos de moda y tiene mucha inventiva pues decora su tienda de tal manera que su producto estrella siempre tenga el mejor lugar. Paso todas las mañanas y las tardes por su tienda pues mi escuela está dos cuadras más allá del centro de tal manera que a mi tio lo saludo muy temprano antes de entrar a clases y lo vuelvo a saludar al mediodía cuando salgo de la escuela. Es curioso porque mi tío es como una previa de cómo estará decorado el centro por la tarde. El lunes pasé y mi tío sacó unos Minnions de peluche y los puso al frente de su tienda de manera muy singular. Fue el primero, yo lo vi, nadie me lo platico. No había ni una sola tienda a las 8:30 de la mañana con Minnions en su entrada, para las tres de la tarde cuando regresé el centro parecía el festival de los Minnions todo tapizado de color amarillo. El jueves sacó todos los emoticones que se andan usando como bolsas para las jovencitas y para en la tarde sucedió lo mismo, el centro estaba tapizado de emoticones. En una ocasión buscando un producto totalmente inigualable e irrepetible mi tío se fue hasta el pueblo más escondido del estado de Jalisco. Ahí vivía don Filemón un viejito de cómo mil años de edad  que hacía broches para el pelo con incrustaciones de Jade una piedra semi preciosa muy bonita en realidad. Pues mi tío se aventó 12 horas en su camioneta por carretera, tres horas en terracería y cuatro horas más en burro por la orilla de la sierra para llegar hasta la cabaña de don Filemón. Los broches eran maravillosos así que compró todos los que tenía don Filemón en existencia. Regreso y se puso a venderlos de inmediato con un gran éxito. En menos de una semana se le acabaron todos los broches y mi tío estaba súper emocionado y ansioso por regresar a Jalisco por otro cargamento de broches pero el lunes por la mañana se percató que dos tiendas más hacia su derecha Hipólito su principal imitador y rival ya estaba vendiendo la misma clase de broches que él había vendido hace apenas una semana.

-¿Qué pasó Aldo?- le dijo Hipólito a mi tío- ¡Ese Filemón es bien carero! te mandó saludos el viejío loco- dijo Hipólito.

Mi tío se sentó en la mitad de la calle y empezó a quitarse la ropa. Yo traté de detenerlo pero es un hombre muy grande y fuerte y me quitó con facilidad. Fui corriendo por mi tía quien llegó corriendo hasta el lugar pero mi tío parecía estar en otra dimensión. La gente comenzó a gritar y hacer una escandalera porque mi tío tomó un moño gigante de la tienda de Hipólito y se lo pegó en el trasero. Llegaron la policía, los bomberos y hasta una ambulancia.

-Ahora si imítenme hijos de su pu…- gritaba mi tío con su enorme moño en el trasero.

Fueron necesarios 12 elementos de la policía municipal para  poder subirlo a la patrulla. Mi tía se fue tras de ellos en su camioneta y yo me quedé a cuidar las tiendas.

 

bigsergio04mex@hotmail.com

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