Por: Hernan Gálvez Villavicencio
Querido papito Dios:
La carta del sheriff del condado de Butler dirigida al metrosexual presidente mexicano Enrique Pena y a su Ministro de Relaciones Exteriores, Pepe Toño Meade, me ha abierto los ojos. Tal como te reclamó tu hijo a punto de reunirse contigo, te pregunto ahora, iluminado por tal inspiradora misiva: ¿por qué nos has abandonado?
Mr. Richard K. Jones –así se llama este moderno evangelista, preclaro autor de este tratado de justicia social y política internacional- explica al marido de la ricotona Angélica Rivera que sus conciudadanos no sólo ingresan ilegalmente al país por miles, sino que también –¡herejes!- cometen toda clase de crímenes que mellan la alicaída economía gringa y corrompen a su sociedad. Crímenes, además, totalmente desconocidos para la históricamente pacífica América hasta que a esos frijoleros se les ocurrió invadirla. A ver: ¿en qué momento de su historia la impoluta American Society ha sabido de violencia doméstica, agresiones abusivas, violaciones, tráfico de drogas, alcoholismo, etc.? ¡Never! Mr. Jones, gracias por desasnarnos: estas plagas empezaron desde que vuestra frontera fuera desvirgada por los vecinos del sombrero.
He ahí pues, Diosito, donde el Pensamiento Jones inspira mi queja: si hubieras dejado que los dinosaurios se quedaran en la tierra y no mutaran en aves, no tendríamos que limpiar tanta caca en nuestras ventanas y zapatos. Si hubieras evitado nuestra evolución jamás habríamos inventado los aviones y, por lógica Richardsiana, monstruosidades como el 11 de Septiembre jamás habrían ocurrido. ¡Qué felices seríamos si sólo comiéramos bananas y nos comunicáramos a señas como Koko el gorila! Bienaventurado seas Richard Jones, por enseñarnos el camino para encontrar a los culpables de nuestras desgracias.
San Richard hizo su tarea. Se tomó el tiempo de revisar los registros de ¡diez años! –ejemplo de rigurosidad investigativa- para encontrar que, me muero, más de 3,000 mexicanos fueron arrestados por cometer delitos en su pobre condado. Felizmente no se le ocurrió revisar los registros de peruanos –mi país de nacimiento (así debo nombrarlo, ya que don Richard en su manifiesto hace justa distinción entre los ciudadanos americanos nacidos aquí y nosotros los indignos naturalizados)- ya que, perdónanos porque no sabemos lo que hacemos, hemos sido castigados también con el pecado de parir criminales. Estoy seguro que alguito debemos haber contribuido a la causa mexicana de ocasionarle tantos disgustos al sheriff. San Richard: gracias por no escribirle a mi presidente. No estoy seguro que sepa inglés.
En el colmo de la desfachatez algunos se han atrevido a injuriar al pueblo que Jones defiende y protege. He leído blasfemias del tipo “Americanos pedófilos hacen turismo sexual en Tailandia”; “Más de la mitad de la droga producida en países latinoamericanos es consumida en Estados Unidos”; “Criminales americanos se esconden en el extranjero”, o, esto sí que ya rebasa todo nivel de injuria, que esta sacrosanta tierra ha apoyado regímenes sangrientos e invadido países soberanos. ¿Hasta dónde llegará la maldad de la gente, mi Dios?
Te suplico misericordia y que acojas la petición del sheriff, quien en su párrafo final le pide a Enriquito dinero para ayudarle a mantener a tanto mexicano criminal en la cárcel que administra. ¿Acaso crees que preparar tanto taco es barato? Te ruego que escuches mi queja y, en retribución, te prometo devolverle a esta tierra mi inmerecido pasaporte azul. Lo pondré en un cuadrito y enviaré a Mr. Jones con una esquela de disculpas por haber osado detentar una nacionalidad no digna para productores de criminales como nosotros los hispanos no elegidos. Amén.
About Hernan Gálvez Villavicencio, journalist and published author. Mr. Galvez holds a BA in Journalism and a MA in Political Science. He is also a certified judicial interpreter and owner of Bilingual Trade International LLC, a local interpreting and translation company.
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