Reconstrucción de la constitución revolucionaria

Por Octavio Aristeo López

México tiene una historia complicada, variada, compleja, a veces trágica, revolucionaria, que interesa su estudio, análisis y reflexión. Por ello, existen temas políticos interesantes y de gran transferencia histórica que marcaron la vida institucional y constitucional del sistema político mexicano. Una de ellas es: el Sufragio Efectivo. No Reelección.
De aquí que, la reciente reforma político-electoral, crea un orificio y una rendija para que entre a la vida democrática la reelección presidencial, por debajo de las puerta, de una democracia débil que está siendo derribada por la bota del presidencialismo centralista y autoritario, que se está reestructurando, con nuevas estructuras y nuevas funciones; entra rompiendo bocas, vidas y cerraduras constitucionales. 

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Existe un nuevo círculo de científicos tecnócratas en torno al Presidente Demócrata, semejante al porfiriato, que administran al gobierno y creen que son el Estado, que es gente “bonita y elegante”, que representan al Estado; fortalecen su posición económica con las relaciones de poder; realizar las reformas constitucionales que están por encima de los intereses del pueblo mexicano, para realizar reformas necesarias que beneficien a grandes compañías extranjeras y atraer la inversión extranjera, y compartir el poder aristocrático y monárquico fortaleciendo un régimen oligárquico en el que funcione la reelección. Considero que son los nietos de Limantour, Matias Romero, Manuel Gonzalez, Bernardo Reyes que tienen la vista al imperio norteamericano.

Los tecnócratas, están ahora por el constitucionalismo oligárquico separado del pueblo mexicano, están siempre deseosa de privilegios y, el no tener el apoyo de las fuerzas políticas de México en sus reformas, buscan y buscarán apoyos en el exterior para imponer una paz a cualquier costo; tratarán de imponer la paz por medio de prácticas aplicadas en la época colonial y en el porfiriato; el primero origino la independice de 1810 y el segundo la Revolución Mexicana de 1910. No son capaces de mantener un país estable, y el ser débiles para gobernar, no podrán sostenerse ni con un gobierno policiaco ni con sus opositores comparsas como es la izquierda reaccionaria, incluyendo Morena.

No existe capacidad de adaptación de la clase política mexicana que piensa y cree que ya no es funcional el tema “Sufragio Efectivo. No reelección”, que solo son palabras; señores son letras constitucionales llenas de sangre, son letras de fuego, que desvelan y queman; trae sentencias que vivifican a un pueblo temeroso que todavía baila ante el espejo.
Una muestra de la preocupación de Jesús Reyes Heroles sobre la acumulación de poder de los tecnócratas, es cuando aclara: “Los técnicos son indispensables para la administración pública, pero las decisiones fundamentales son políticas y los elementos de juicio están en buena medida, determinados por factores de orden político, dado que visualizar la coyuntura para implantar o no implantar alguna medida supone esencialmente una evaluación y apreciación política. Sin política se pueden hacer muchas cosas, pero gobernar, en el poder o en la oposición, es imposible. Para gobernar se tiene que recurrir, sin tapujos, a la política”.

Quieren reestructurar un presidencialismo líquido, que como bulto se expande en la noche como trueno; y solo hace boquetes entre los cobardes que gritan en silencio en medio de una corte medieval que exige feudos con sus siervos.
Por lo mismo, señala mi estimado amigo Agustín Basave Benitez: “Michoacán es la prueba más dolorosa de que el federalismo mexicano es disfuncional…otras entidades se encuentran en una situación cercana a la ingobernabilidad por su incapacidad de detener una ola de delitos ya no del narcotráfico sino del fuero común. Pero, además, no es la delincuencia la única evidencia de disfuncionalidad. Los estados tienen también serios problemas para recaudar impuestos, y en consecuencia dependen excesivamente de la Secretaría de Hacienda”.
Por supuesto, que no estoy de acuerdo con su razonamiento de que México de tener una nueva constitución, para qué, si los ciudadanos observan, son testigos de una forma de gobernar donde sus gobernantes, autoridades y hasta los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación violan la actual Constitución con placer; la Constitución no es respetada por algunos quienes son jefes políticos incrustados en los Tres Poderes de la Unión, incluidos servidores públicos, empleados públicos que siguen los mandamientos de sus jefes inmediatos.

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La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos vigente señala en el Artículo 49: “El Supremo Poder de la Federación, se divide para su ejercicio, en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. No podrán reunirse dos o más de estos poderes en una sola persona o corporación”; Articulo 94 “Se deposita el ejercicio del Poder Judicial de la federación en una Suprema Corte de Justicia, en Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito y en Juzgados de Distrito” y el Artículo 96 “Los nombramientos de los ministros de la Suprema Corte serán hechos por el Presidente de la República y sometidos a la aprobación de la Cámara de Senadores, la que otorgará o negara esa aprobación”.
Entonces, la propuesta original, es que el Poder Ejecutivo no puede nombrar a los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de lo contrario el Poder Judicial está sometido al Poder Ejecutivo. De aquí que existan hechos que avergüenzan a la sociedad mexicana, porque existe dependencia del Poder Judicial con el Poder Ejecutivo.
Ante tal situación, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, origina conflictos y poca claridad en sus decisiones; su comportamiento es la de operadores de una maquinaria bien diseñada y construida en forma mecánica; falto de creatividad e incurren en desgracias, fracasos e ineficiencias en aplicar e interpretar la ley al obstaculizar la administración de la justicia por la constante tensión en aplicar y ejecutar venganzas olvidando la ética; y, postrarse ante el vencedor, ante el Poder Ejecutivo, y la justicia no sea accesible a todos los mexicanos.

Aquí es dónde se deben realizar las reformas político-electorales.
Esto permite sostener la tesis de que en México vivimos en la simulación, donde la clase política en los Tres Poderes de la Unión jura respetar la Constitución y la violan, sin tener un mínimo de vergüenza. Doy un dato duro: las cuatro principales empresas televisoras de televisión abierta alcanzan a un 96% de la población mexicana diariamente y transmiten hechos degradantes a la Constitución que fomentan el autoritarismo y que se vive en el disimulo en una vida de traiciones a la Constitución. Porque a veces padecemos los ciudadanos mexicanos de amnesia histórica y esto proporciona impunidad y permite actuar con brutalidad por no respetarse la Constitución, y lo más desagradable, es que algunos sectores de la sociedad aprueben estos hechos.
Otro ejemplo, señala el Artículo 41 constitucional: “Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organización de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios, ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo”; de acuerdo a este artículo constitucional deben los partidos políticos estar cerca del pueblo, fomentar su participación, acercarse al pueblo, estar en contacto con el pueblo. No lo hacen, no cumplen con éste principio constitucional.

Como la víboras, las serpientes y el ser humano cambian de piel, renuevan la envoltura para realizar reformas político-electorales que permitan resurgir luchas históricas; por supuesto que tenemos absolutas estructuras institucionales que ya no funcionan, como es el hacer creer que existe la división de poderes, si el Poder Judicial no es electo por los ciudadanos y está sometido al Poder Ejecutivo, elegir electoralmente a los magistrados sí será una verdadera reforma política-electoral revolucionaria; otro procedimiento absoluto es el juramente constitucional de respetar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Nadie puede comprar la dignidad de un pueblo, todo intento es vergonzoso hacerlo; entonces, los autoritarios no pueden apagar la constitución, porque es fuerte como la muerte; es fuente de unión del mestizo, del indígena y del criollo; por si fuera poco, todavía existen quijotes que luchan contra molinos de viento, mientras los perros ladran e intentan morder.
Recuerdo parte del Discurso de Heberto Castillo pronunciado el 27 de Agosto de 1968 en el Zócalo de la Ciudad de México: “Hemos llegado aquí para reivindicar a la Constitución General de la República, sistemáticamente violada. Ese pequeño gran documento que se había convertido en el “libro olvidado”. Ese documento es el que ha servido de bandera a la juventud estudiosa de México, y a nosotros sus maestros…Nosotros buscamos otros horizontes. Y para ello acudimos a la Carta Magna. Esa es nuestra bandera. En eso son más elocuentes Pareto, Nash e incluso Marx, quienes logran explicar por qué hay desigualdad pese a que existan transacciones que parten de garantizar un aparente valor de cambio y plusvalía justas”.

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Al respecto, señala Carlos Marx en su texto Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850. Doy lectura textual: “Y así se dio el caso de que la burguesía y el Gobierno llegasen a temer mucho más la actuación legal que la actuación ilegal del partido obrero, más los éxitos electorales que los éxitos insurreccionales.” 
No es nuevo señalar que centralismo y democracia son conceptos contradictorios y, aparentemente, incompatibles. Por consiguiente, los procesos democráticos y revolucionarios vendrán de la periferia no del centro, así sucedió en el porfiriato, Porfirio Díaz Morí, al ver canceladas sus aspiraciones presidenciales por la vía electoral se levanta en armas. Esta es la dimensión que nos lleva la reciente política reforma política-electoral.
Señala en sus textos Jesús Reyes Heroles: “los intereses centralizados se imponen y su ley no es la transformación, sino la conservación”.
Ya el polaco-alemán Ferdinand Lasalle (1825-1864), abogado, político socialista y amigo de Carlos Marx, por el que fue uno de los fundadores de la Asociación General de los trabajadores Alemanes y del Partido Obrero Socialista de Alemania, señala que la Constitución es una relación de fuerzas que existe en cada país, la relación de fuerzas entre los reaccionarios y los revolucionarios, por lo que la Constitución al ser la expresión de éstas fuerzas políticas puede ser una Constitución reaccionaria o una Constitución revolucionaria.
Si el pueblo de México es revolucionario y tiene una Constitución reaccionaria, entonces, la Constitución está alejada de la realidad, está divorciada de la realidad, y solo protege a los reaccionarios y no a los revolucionarios, este es el debate permanente: que la Constitución no se aleje de la realidad del pueblo revolucionario.

Señala el político mexicano, respetado por todos las corrientes políticas revolucionarias del país, Jesús Reyes Heroles (1921-1985): “Creemos en su vigencia porque nuestra Constitución, no es un punto de llegada, es un punto de partida; es un texto fundamental que ayudó a transformar una realidad y que, acatando su propio espíritu, se ha modificado y puede seguir nidificándose para regir nuevas realidades, para incorporar en ella nuevos ideales, nuevos métodos de acción, nuevas técnicas exigidas por la complicada sociedad de nuestros días.” Por lo mismo, si no se reforma puede convertirse en una constitución reaccionaria, si está en permanente reforma es una Constitución revolucionaria.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
Universidad Nacional Autónoma de México.
oaristeolopez@gmail.com

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