Por Sergio Morales
Todos tenemos sensibilidad para la música obviamente unos más que otros pero al final del día todos tenemos una canción, alguna tonada o alguna frase armónica que nos prende y nos hace sentir distintas emociones cada quien en el género musical de su preferencia. A mí por ejemplo me gusta escuchar a ACDC y no pueden juzgarme por mi gusto musical ya que es totalmente particular y me preocupa tanto mantenerlo en ese estatus de privacidad que para no molestarlos con mi sensacional y muy cool preferencia musical compré por tan solo $1.99 dólares unos pequeños aparatitos que todo el mundo conoce con el nombre de audífonos. Cada quien es libre de llamarlos como les venga en gana yo les digo “mi puerta al infierno”. Pueden burlarse todo lo que quieran de mi particular fantasía musical pero lo que no pueden hacer es negar que no molesto absolutamente a nadie pues así suba el volumen tan alto que mis tímpanos lleguen al punto de estar a tan solo media rayita de explotar cual sandía que cae desde el techo, no lo digo al azar, lo hice una vez cuando tenía 10 años para ver cómo sucedía y desde ese entonces aprendí que el kilo de sandía estaba a $24.99 pesos. Los cintarazos de mi madre grabaron eso en mi cerebro. Lo que trato de decir es que aunque escuche mi música a un volumen muy alto gracias a mis audífonos no molestaré a nadie más que a mí mismo pues incluso las personas que pudieran estar a mí alrededor a menos de un metro de distancia no podrán escuchar los maravillosos acordes del guitarrista Angus Young.
Empecé a escribir esta columna desde hoy por la mañana como a eso de las 8:30 y ahorita son las 11:47 de la noche. Normalmente no me tardo tanto pero todo el día me la he pasado pensando y cambiando constantemente la primera frase que diré al respecto de la persona que me inspiró a escribir estas líneas. Para mí es muy importante y quiero tener el mayor de los cuidados para no exagerar ni mucho menos quedarme corto en la descripción de tan importante personaje para mi columna. Me tardé mucho, fueron demasiadas horas de meditación constante pero creo que después de tanto análisis lo logré.
Mi vecino es un imbécil.
Y perdón pero no puedo llamar de otra forma a un tipo que se la pasa desde las primeras horas de la mañana hasta solo dios sabe qué horas de la madrugada con la música a un volumen tan alto que las ventanas de su propia casa comienzan a temblar quizás con la duda si sobrevivirán a tan intenso castigo ¿cómo puedes vivir con eso? No encuentro una explicación lógica. La casa de mi vecino está a 35 metros cruzando la calle y desde aquí el ruido es insoportable me imagino que dentro de su casa será mucho peor. ¿Cómo será la plática entre mi vecino sus hijos y su esposa cuando estén comiendo? Debe ser incómodo gritar ¡pásame la sal! o ¿ya no hay refresco? O ¡Se acabó el papel! Si alguno de ellos está en esa situación. Una de las molestias más grandes cuando vas a un baile o un concierto es la dificultad para hablar con otra persona por el volumen tan alto de la música pero es un molestia que de antemano asumes y lo asimilas como algo que vale la pena por escuchar a tu artista favorito. A este hombre le gustó tanto el concierto que dejó al artista y se trajo a la molestia a su casa.
No hablo con mi vecino, jamás lo he hecho, pero lo he escuchado algunas veces cuando coincidimos en la tiendita de abarrotes de la esquina y no es que él sea una persona sabia cuyas palabras impacten por su mensaje y profundidad pero su respuesta cuando la señora de la tienda le pregunto acerca del gran ambiente que tenía desde un día anterior no puedo decirlo de otra forma… me dejó impactado.
-A mí me gusta escuchar la música no muy alto nada más con que se escuche bien para mí, no quiero que me escuchen los demás, le subo solo para mí –dijo el vecino y después se despidió de la señora con un particular -Ahí estamos- y se fue caminando con un kilo de tortillas, unos fritos, un rollo de papel y una caguama.
Les dije que era un imbécil y lo sostengo porque solo un tipo con esas características no entiende que si el volumen de su estéreo es tan alto que se escucha a tres cuadras a la redonda es imposible que sea un suceso exclusivo para una sola persona puesto que el sonido es tan fuerte que incluye (aunque no lo deseemos así) a las cerca de 50 personas que habitamos en las tres cuadras junto a la casa del imbécil en cuestión ¿le subo solo para mí? ¡Por dios! ¿Qué hay en el cerebro de este tipo?
El otro día mientras barría la banqueta del frente de mi casa lo escuché contestarle en voz alta a la vecina de la parte de atrás.
-En esta vida hay que ser alegres, yo no me agüito ni soy amargado (creo que esa era una indirecta para mi) por eso pongo la música todo el día para animarme y andar alegre- dijo el tipo.
Qué bueno que el hombre (trataré de ya no llamarlo imbécil por mi propia salud) busque una motivación del tipo musical para su vida lo que no puede seguir pasando es que nos incluya en su terapia diaria sin detenerse a pensar que el resto de los 50 habitantes que escuchamos su concierto quizás no tengamos el humor ni las ganas de alegrarnos el momento. No hay que ser muy listos para entender que probablemente al menos una de esas 50 personas quizás esté pasando por un problema de salud muy grave o quizás un problema legal muy fuerte. Quizás alguna de esas personas trabaja muy duro en una maquiladora durante toda la noche para mantener a su familia y trata de dormir durante el día. Quizás una de esas 50 personas es un niño enfermo o una señora embarazada o un anciano muy agotado. Quizás la mitad de esas personas tienen animalitos domésticos cuyos oídos son mucho más sensibles al ruido y están sufriendo por la contaminación provocada por este tipo.
Como lo dije, no se necesita ser muy listo, pero este tipo… no lo es.
bigsergio04mex@hotmail.com
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