Por Enrique Kogan
La masiva votación hacia el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, fue una fuerte indicación de que la industria automotriz estadounidense está claramente en la mente del votante estadounidense.
Esta no es la industria que cerró decenas de plantas y perdió decenas de miles de empleos bien pagados, en los años que llevaron a la crisis del 2008 al 2009, está es la industria que está reportando ganancias y ventas récord.
Si Donald Trump sigue adelante con sus promesas de renegociar el tratado de libre comercio, e importar impuestos de las fábricas en México que producen vehículos para Estados Unidos y poner fin a la nuevas regulaciones, esto entregaría una sacudida a una industria que ha estado apostando miles de millones de dólares en una producción globalizada y mejoras en eficiencias de combustible.
En sus discursos, Trump reiteró su promesa de campaña para renegociar el TLC, diciendo que pondrá fin al pacto, si no se consigue el acuerdo para que nuestros trabajadores y nuestras empresas se restablezcan.
También reiteró su promesa de campaña para imponer un impuesto del 35 por ciento sobre los productos fabricados en México y devueltos a Estados Unidos por empresas que trasladan empleos al país. Pero no está claro qué mecanismos legales utilizaría para imponer tal impuesto.
Una caída profunda o prolongada en los mercados financieros de Estados Unidos, y una pérdida de riqueza, podría agregar un nuevo factor de riesgo para el mercado automotriz estadounidense, ya que comienza a nivelarse frente a años de fuerte crecimiento.
Pero el pánico comenzó a disminuir debido a que los inversionistas tomaron en cuenta el efecto de un dólar estadounidense más débil y una menor probabilidad de un alza en las tasas de interés en Estados Unidos este año.
El discurso conciliatorio de aceptación de Trump también ayudó a calmar los nervios y una promesa de reconstruir la desmoronada infraestructura de la nación también fue vista como un positivo para los inversionistas del mercado.
Profundas Heridas en el centro del país
El éxito populista de Trump es una señal clara de que la recuperación de la industria no ha sanado completamente de las profundas heridas que ha causado el cierre de fábricas, en las comunidades manufactureras del centro del país, que han perdido puestos de trabajo ante la globalización y la automatización.
En sus discursos Trump invocó una visión de un sector manufacturero estadounidense que había sido vaciado por las políticas comerciales injustas, que prometió revisar.
Según Obama, los empleos en la industria manufacturera han crecido a una tasa más rápida desde los años 90, cuando Clinton era presidente.
Falta de credibilidad
Si alguna credibilidad que haya ganado la administración de Obama en los bastiones tradicionales de la industria automotriz como Indiana y Ohio y Michigan, no se tradujo en un apoyo a Clinton.
Ella se vio obligada a responder por los acuerdos de libre comercio que su esposo firmó como presidente una generación antes, lo que los críticos dicen contribuyó al flujo de automóviles y otros empleos manufactureros a México y Asia.
Pero a pesar de la expansión de las plantas automotrices de propiedad extranjera en todo el Sur de Estados Unidos, el país sigue siendo un enorme importador neto de vehículos ligeros.
El déficit comercial de Estados Unidos fue de unos 125.780 millones de dólares el año pasado, una subida desde los 109.230 millones de dólares en 2014, según cifras de la Administración de Comercio Internacional de Estados Unidos, un brazo del Departamento de Comercio.
Y los fabricantes de automóviles, atraídos por el TLCAN y otros acuerdos de libre comercio, han estado invirtiendo fuertemente en los últimos años para agregar capacidad en México como base para exportar vehículos a Estados Unidos y otros mercados globales.
Trump ha proporcionado pocos detalles de sus prioridades políticas para restaurar los trabajos de fabricación de los Estados Unidos. Pero ha pedido una moratoria inmediata de las nuevas regulaciones, y una revisión de las existentes que amenazan los empleos.
Los fabricantes de automóviles han expresado su preocupación por el tiempo, los costos y el impacto económico de las reglas, pero generalmente han apoyado los objetivos más amplios del programa.
La industria ya no está en crisis
Un pronunciado cambio de dirección obligaría a reordenar las prioridades de una industria que ahora está lo suficientemente cómoda para concentrarse en su futuro.
Tanto Ford, GM y FCA, están reportando ganancias e invirtiendo miles de millones en nuevas tecnologías de vehículos y negocios, con el objetivo de capitalizar las ideas cambiantes sobre la propiedad de vehículos y la movilidad personal.
Después de establecer un récord histórico en 2015, las ventas se han reducido un 0,3 por ciento hasta octubre, pero las ventas de autos de los Estados Unidos están en el ritmo de un año casi récord después de seis años consecutivos de crecimiento después de la recesión.
Esta constante recuperación en las ventas ha permitido a los fabricantes de automóviles y proveedores, sumar nuevos empleos, luego de los profundos recortes realizados entre el 2008 y el 2009.
El empleo de los fabricantes de automóviles y los proveedores alcanzó un promedio de 926.400 empleados durante los primeros 10 meses de 2016, el nivel más alto desde 2007, según la Oficina Estadounidense de Estadísticas Laborales.
El empleo en los concesionarios de vehículos nuevos y usados también ha crecido de manera constante desde un mínimo de la recesión de alrededor de 1,01 millones en 2010 a casi 1,3 millones en promedio este año.
Las exportaciones de autos de Estados Unidos totalizaron alrededor de 2 millones de vehículos el año pasado, ligeramente por debajo del máximo histórico de 2,1 millones en 2014, lo que representó un salto de 27 por ciento en comparación con 2008.
Mi opinión
En los 80 pude visitar muchas fábricas del centro norte de la nación, tanto en Michigan como en Ohio. Y a medida que han abierto fábricas en el centro sur y el sur también las he visitado.
La diferencia es muy grande. Las del centro sur y el sur son más modernas, más eficientes, más limpias y sin las fastidiosas uniones.
La mayoría de los vehículos japoneses y coreanos, además de un gran porcentaje de los europeos, se fabrican en el centro y sur del país, siendo tan fiables como los importados de esos países.
Las uniones fueron el virus de las automotrices de Detroit por mucho tiempo. Chrysler casi es llevado la bancarrota en los 60 por las constantes huelgas de los miembros de las uniones.
Si alguno vio la película documental “Roger and Me”, en el 1986, sobre el cierre de la fábrica de Buick en Flint, y la apertura de la fábrica de Saturn en Tennessee, fue el fiel reflejo de lo que se venía para la industria automotriz.
Yo no creo que Trump vaya a presionar a las automotrices para cerrar fábricas en México, porque las consecuencias pueden llevar a aumentos en los precios, inflación y pérdidas de trabajo en los Estados Unidos.
Como todo político o en este caso, no político, que llevaba un discurso para convencer a los electores a que voten por él, Trump deberá estudiar bien su agenda, y como empresario, deberá saber manejar la situación, para no crear un problema que afectaría a los dos lados de la frontera.
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