Formando a nuestros líderes en el campo de juego

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Formando a nuestros líderes en el campo de juego

Por Sergio Morales

No me gusta mucho el futbol soccer, puedo jugarlo, y estoy seguro que podría ser muy bueno practicándolo si me lo propusiera pero la verdad es que no me atrae hacerlo y por eso es todavía más raro que este aquí sentado junto a los padres de familia del colegio viendo un partido de niños de sexto de primaria. Creo que hasta el momento ambos equipos no han podido anotar un solo gol  y a pesar de los intensos gritos de todas estas personas las emociones del encuentro para un servidor han sido totalmente nulas. De hecho encuentro más interesante tratar de localizar al señor de las frituras para ver si me hago el resto del partido más llevadero. Era imposible que soportara todo el partido sentado ahí así que elaboré una estrategia para huir astutamente del lugar. Le diría a mi esposa (quien por si no lo habían intuido me llevó casi en calidad de secuestrado al encuentro) que iría al baño así ella no tendría la noción exacta del tiempo en el que me fuera y menos en el que regresara pues ella si estaría concentrada y enfocada en apoyar a Rubencito nuestro sobrino de 11 años quien se desempeña en el campo de juego como delantero fijo en el área contraria. Me resulta muy confuso entender las estrategias de este deporte sobre todo en los colegios privados pues al parecer se juega de otra manera a como se hacía en mis tiempos en el barrio. Recuerdo que en aquel entonces el delantero era el chico más habilidoso y obviamente el más goleador. Mi sobrino, a quien amo profundamente, me parece que está un poco pasado de peso y sinceramente no encuentro en sus movimientos ni la habilidad ni mucho menos la rapidez para ocupar la posición que desempeña.  Jamás afirmaría que mi sobrino juega todo el partido y precisamente en esa posición gracias a que mi cuñado es el dueño de más de 20 gasolineras por todo el estado. Tampoco  creo que al entrenador le afecte la presión de tenerlo pegado como asistente durante todo el partido. Tampoco creo que la madre superiora del colegio influya con su presencia en la decisión del entrenador después de todo los donativos de mi cuñado han sido todos sin ninguna intención y las madres del colegio pues son seres de luz. Pero, hay que reconocerlo,  pesar de su no muy buena forma física mi sobrino tiene lo más importante de un delantero que es una tremenda actitud  “soy de sexto pero ya juego también con los de secundaria” me dijo orgulloso Rubencito cuándo lo saludé antes del juego. A mi cuñado no lo saludé pues él estaba muy ocupado entregándoles los nuevos uniformes a los compañeros de Rubencito.

Volvamos al partido. En las gradas detrás de nosotros estaba mi suegra y su inseparable  amiga Lulú quien siempre acompañaba a mi suegra a todos lados y de verdad le agradezco al señor por la presencia de ambas justo ahí a nuestras espaldas porque ellas fueron lo más entretenido de todo el evento. De hecho me hicieron tirar a la basura mi elaborado plan de escape. Por mi ubicación yo  podía escuchar todo lo que ellas decían y ellas no podían ver ni mi reacción ni mucho menos mis caras por lo que me resultaba muy cómodo estar en esa posición.

Corría el minuto 35 de juego y el niño con el número 4 en la espalda le envió a Rubencito un pase magistral. El balón quedó dando unos ligeros botecitos cerca del punto penal no se en dónde demonios estaban los defensas pues yo estaba ocupado viendo lo de mi suegra y su amiga Lulú el caso es que Rubencito quedó solo frente al portero con el balón a su merced listo para que de un fuerte puntapié lo enviara al fondo de las redes. Como les dije, mi sobrino tiene una gran actitud y apretando los dientes y se abalanzó con fuerza listo para patear la pelota. Todos nos pusimos de pie y varios comenzaron a gritar junto con mi cuñado  “pégale, pégale” pero al parecer la coordinación “ojo pierna pelota” no era tampoco una de las fortalezas de mi sobrino quien si alcanzó a pegarle al balón (antes de caerse) pero su disparo salió tan desviado que la pelota salió por un costado de la cancha ¡Ooh! Dijeron los papás mientras volvían a sentarse en las gradas. El entrenador al más puro estilo de Menotti decía “dale, dale” con un tono argentino que todos comprendíamos pues aunque sabíamos que era un muchacho de la local colonia Infonavit él estaba en su papel de entrenador extranjero.  Mi esposa volteó a verme buscando respuestas con las manos en forma de oración pegadas a los labios. Yo solo me encogí de hombros aparentando no saber que decir me pareció inapropiado expresar en ese momento mi  más sincero “..che menso”.

Mi suegra era la más emocionada de todos y la que más explicaciones daba al respecto -es que no se la pasan bien, pobre de mijo- decía mi suegra -si es cierto- afirmaba también su amiga Lulú.

Pero Rubencito lejos de sentirse mal (les dije que tenía mucha actitud) se levantó de inmediato y comenzó a gritarles a todos sus compañeros “vamos Julián muévete, corre Jaime, pásamela Javier, estás bien tonto Raúl” parecía tener repertorio para todos. Algunos niños volteaban a verlo con la cara de ¿what? Así como cuando te mira un chicano cuando tú haces intentos desmedidos por hablar inglés pero a Rubencito no le importaba la reacción de sus compañeros parecía que él solo quería por todos sus escasos recursos futbolísticos  impresionar a su padre que no dejaba de mirarlo en un costado de la cancha. “Eso Rubén con garra” gritaba mi cuñado.

A la que si lograba impresionar Rubencito era a mi suegra quien le decía a Lulú -míralo como les grita a sus compañeros y como le hacen caso, se ve que es un líder, un líder natural no si ya lo trae de familia, lo trae en la sangre se ve de inmediato- decía mi suegra mientras Lulú reafirmaba -si es cierto.

-Para mí el que les grita a sus compañeros es un idiota y el compañero que le hace caso al que grita es todavía un idiota más grande porque le hace caso al primer idiota- le dije a mi esposa con cuidado de que no me escuchara mi suegra. Como premio recibí un fuerte puntapié y un “no empieces” de advertencia.

En ese momento cayó el gol del equipo contrario y el ruido de las celebraciones me sirvió como escudo para volverle a decir a mi esposa sin que me escuchara mi suegra obviamente -es que esa es una idea errónea de lo que es el liderazgo, un verdadero líder es el que cumple con su trabajo pero es tan bueno que tras haber cumplido con su responsabilidad individual tiene la capacidad para además ayudarles  a sus compañeros a que realicen su propio trabajo, no los critica, no les grita sino que los alienta para que sean mejores hay una gran diferencia- le dije.

Mi esposa viéndome fijamente a los ojos de esa forma tan particular que solo las esposas pueden hacerlo me dice -Estoy segura de que tú, en lo más profundo de tu corazón, es más aún ni siquiera lo sabes, pero te juro por la sagrada vida de mi madre que tú mismo en este momento estás deseando con todas tus fuerzas detenerte en este ataque  hacia mi familia- dijo mi esposa.

Todavía tenía muchas palabras que decir en respuesta a la feroz advertencia de mí esposa pero no lo hice por dos razones la primera porque los papás se calmaron tras la euforia del gol y volvieron a sus asientos por lo que seguramente mi suegra escucharía lo que le estaba diciendo a mi esposa y la segunda porque aunque se perfectamente que soy el León de mi manada y que lo que digo en mi casa es una ley absoluta también entiendo que hay peleas en las que uno debe demostrar ser una persona racional y prudente, hay que ser muy claros, no es ningún tipo de temor es más bien una opción a la paz.

Faltaban escasos tres minutos para que el partido llegara a su fin y uno de los niños del equipo contrario avanzó esquivando jugadores hasta llegar al área chica los muchachos del equipo de Rubencito trataban de detenerlo pero el chico parecía el mismo Leonel Messi y con absoluta frialdad definió como un maestro elevando el balón por encima del arquero para el dos a cero casi definitivo.

Mi cuñado se llevaba las manos a la cabeza en señal de desesperación. El entrenador no sabía que decir pero se mantenía con los brazos extendidos sin dejar caer su carpeta. Mi esposa me volteó a ver como si yo hubiera sido el responsable de la habilidad del Mini Messi que acaba de meter el gol. Mi suegra comenzó a gritar desaforadamente ¡Rubencito, Rubencito! Y sinceramente pensé que se había vuelto loca y hasta tuve la idea de inventar un reglamento para que las abuelas (por su propio bien) no acudieran a los juegos de sus nietos o al menos que pudieran hacerlo con un chequeo médico previo por escrito el cual presentaran a la entrada del estadio o gimnasio dependiendo del deporte.

Pero lo que mi suegra trataba de decir era que mi sobrino Rubencito estaba tirado en el césped al otro costado del campo. De inmediato el doctor del colegio ingresó al terreno de juego para ver cuáles eran las condiciones de Rubencito. Mi cuñado al ver que era su hijo el que estaba al parecer lesionado entró corriendo y gritando al campo de juego y llegó hasta el lugar en donde el doctor le hacía el chequeo correspondiente.

-¡No toques a mi hijo!-  Gritó mi cuñado mientras empujaba al doctor.

-Oiga pero soy el doctor del colegio local es mi responsabilidad revisarlo, permítame hacerlo- respondió el doctor.

-¡Que no lo toques cabrón!- gritó aún más fuerte mi cuñado.

-Óigame, tranquilo, el doctor solo quiere hacer su trabajo- intervino diciéndole a mi cuñado uno de los papás del equipo local.

-¡Tú vas y ching… a tu madre!- le dijo mi cuñado al señor mientras se le abalanzaba a golpes.

En segundos se armó la tracalera y aquello fue un espectáculo caótico con más acción y violencia que en el mismo coliseo romano. Volaban sillas, zapatos, termos de agua, mochilas y hasta un par de trofeos. Mi suegra parecía poseída por un ente demoniaco que seguramente en otras vidas había sido asesino serial o ya de perdido judicial porque decía tantas malas palabras que solo un erudito en maldad podía tener acceso a tan vasto vocabulario. Llegó la policía, los bomberos e incluso varios medios de comunicación.

Fue el partido de futbol soccer más entretenido que vi en mi vida.

 

bigsergio04mex@hotmail.com

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