Por Sergio Morales
No hay nada más loable y voluntarioso que empezar desde cero en cualquier actividad de la vida pero sobre todo en la vida laboral. Para los que estaban bien anteriormente seguramente es un paso duro pues con tanto terreno ganado y de repente verse desprotegido de la noche a la mañana debe ser algo muy impactante pero viendo el vaso medio lleno podemos decir que es una nueva oportunidad para reorganizarse y volver a empezar tratando de hacer bien lo que quizás no se hizo tan bien en el pasado… creo.
La verdad es que empezar de cero es terrible. A mí me cayó el veinte de la difícil situación que empezaba a vivir con los primeros tres pasos que di afuera del edificio en donde trabajaba. Una señora se me acerca vendiendo chiclets y me ofrece su producto.
-Ándele cómpreme uno patrón- me dice la señora.
-Ahorita no- le respondo.
-Solo he vendido dos en toda la mañana- insistió ella.
Para no hacerles el cuento largo terminé comprando dos chiclets a $10 pesos cada uno por lo que pagué $20 pesos por un producto que de entrada no quería pero que al final tengo que reconocerlo resultó agradable. La gratificante sensación de frescura en tu boca a veces te da una nueva perspectiva de tu situación automáticamente te vuelves un tipo más seguro pues sabes que en ese momento tu aliento es refrescante y muy agradable. Es una sensación de bienestar muy padre, muy agradable y es que no tiene nada de malo darse un gustito de vez en cuando a final de cuentas ¿de que se trata la vida? Diosito no te mandó al mundo para que trabajaras todas las horas del día también hay que vivir aunque sea un poco. Hay que relajarse de vez en cuando.
Mientras mascaba mi chicle un pequeño pensamiento un tanto gris comenzó a perturbar de a poco mi tranquilidad y es que pensé o más bien caí en cuenta que durante el resto del día no volvería a entrar ni un solo centavo a mi bolsillo porque obviamente ya no tenía trabajo y por lo mismo ya no iba a desempeñar ninguna actividad por la que tuvieran que remunerarme y lo más alarmante es que no tenía tampoco la certeza de si algún día volvería a hacerlo pues todavía no tenía ningún trabajo en puerta ni a corto, mediano o largo plazo.
Dadas las circunstancias entendí que la señora que me había vendido los chiclets en la calle, era oficialmente un ciudadano trabajador con ingresos muy superiores a los míos pues mientras yo mantenía un déficit de menos veinte pesos ella ya tenía un saldo a favor de al menos treinta y cinco pesos pues anteriormente ya había vendido dos chiclets lo que me convertía en el tipo más pobre de la ciudad, quizás del estado, del país o del mundo.
Yo traía en mi maletín la terminación que acaban de darme pero ese dinero estaba destinado para la renta de la casa y el pago de las colegiaturas así que el pánico se apoderó de mí por completo. Cuando el pobre señor que lavaba mi auto se acercó a cobrarme casi le muerdo una mano.
-yo no te dije que lo lavaras- le dije molesto.
-pero siempre se lo lavo patrón- me dijo.
-Por eso tienes más tu que yo porque tu no pagas impuestos, ni luz, ni agua, ni gasolina, son puras ganancias las tuyas, una vida bien relajada la que llevas qué bárbaro- le dije.
-Pero ya se lo lavé patrón- insistió.
Me subí al auto y me fui con los parabrisas hacia arriba como te los ponen ellos a propósito para que les pagues antes de irte. Cuando estaba dando la vuelta para tomar la avenida el señor me vio de esa forma tan particular en la que te rayan la madre pero según ellos te bendicen al mismo tiempo.
-Dios me lo bendiga patrón- me dijo el señor.
Entendí su malestar pero la situación era extrema y no estaba dispuesto a seguir perdiendo más dinero. Llegué a la gasolinera y le dije al despachador que había hecho un cálculo matemático perfecto basado en los cuatro cilindros de mi auto y por supuesto el último cambio de aceite realizado en el mismo lo que me permitía un poco más de rendimiento por lo que solo necesitaba $13.45 pesos de gasolina para llegar desde ese punto hasta la cochera de mi casa.
-¿Cuánto le pongo?- dice el despachador.
-$13.45 pesos es que hice un cálculo… etc -y volví a darle toda mi extensa explicación al despachador.
-¿Pero entonces le pongo $13.45?- me pregunta de nuevo.
No sé si me explicación no le gustó si le pareció demasiado complicada o simplemente le importó un pepino el caso es que me puso los $13.45 y me preguntó en tono sarcástico que si iba a querer recibo. Le dije que no.
-También damos facturas- insistió.
No le contesté y arranqué rumbo a casa. Cuando llegué mis hijos salieron a recibirme corriendo hasta el auto y los regañé por no haberse quitado los zapatos de la escuela. Me pareció de una inconciencia universal que esos niños no comprendieran que la suela se gastaba demasiado a cada paso. Mi esposa me preguntó que si me sentía bien le contesté que mejor que nunca.
No comí, al menos no completamente, guardé la mitad de mi plato para cenármelo en la noche y de esa forma estaría ahorrando una comida por día. Tal acción se lo propuse al resto de mi familia las siguientes dos semanas pero no les pareció así que me enojé con ellos e inicié una huelga de hambre pacífica en el portal de mi casa. Llevo tres días sentado aquí afuera sin comer y sin dormir solo me levanto en las madrugadas y voy al baño en el patio de atrás junto a la casita de Rocky nuestro perro quien no deja de mirarme cada que termino de hacer popó. No sé si me mira con coraje o con lástima pero aúlla cada que me ve llegar. Los niños de la colonia se reúnen en la calle de enfrente para verme meditar y ya hasta creo que soy un personaje famoso pues mi barba y mi cabello han crecido considerablemente. Parece que a mis hijos eso los avergüenza un poco. Mi esposa cada vez me habla menos pero yo estoy en paz, de hecho estoy muy bien eso le dije al periodista que vino a entrevistarme. Dicen los niños que salí en el periódico pero yo ya no puedo corroborarlo porque me aleje de toda vida terrenal y ahora estoy enfocado en conocer mi lado espiritual. Estoy descubriendo mi otro yo. Estoy aprendiendo del tipo que está frente a mí en mi espejo.
Cuando nos cortaron la luz mi mujer gritó durante dos horas seguidas, ya no la vi después, mis suegros se la llevaron junto con mis hijos y ahora vivo solo. En un principio tenía al buen Rocky pero aullaba tanto que mi esposa tuvo que venir por él y se lo llevaron también. No sale agua de la llave desde hace meses pero tengo varias cubetas de lluvia por ahí atrás. No me baño muy seguido así que no se necesitan mucho.
Voy a estar bien… no me arrepiento de nada ni por un segundo.
bigsergio04mex@hotmail.com
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